Cuando
mi hija se enferma y esta cabizbaja, me transforma totalmente, siento como si estuviera
en lo más alto de un edificio y al verla y sentirla mal, creo que me desplomo,
mis ojos se llenan de lagrimas, y mi mente no para de pensar. Son momentos agotadores en los que el miedo
me invade y la desesperación me atrapa.
Un
virus, una fiebre, gripe, etc., que muchos dicen simple fiebre, o eso no es
nada, para mí sí, ya que no es normal que su cuerpo tenga una reacción diferente,
es un cambio total ver a mi hija alegre
y feliz a verla decaída y mal.
Desde
que nació mi hija, pienso que tengo dos corazones, el mío y el de ella, siento
por ella y sufro por ella, es difícil no sentir nada al ver a un hijo mal,
quisiera ser yo quien se enferme y no ella.
El miedo
y la angustia me invade, me pregunto… ¿De qué será esa fiebre?, ¿Por qué? Que no
sea nada malo, etc. Son difíciles estas situaciones, a todo esto le sumamos el
tramite y la espera en la clínica y muchas veces la paciencia de los doctores.